La vuelta del verano a la rutina de ejercicios puede causar lesiones si intentamos adaptarnos a la rutina con brusquedad y sin pasos paulatinos. Los objetivos que refrescamos en septiembre y que fijamos en el lejano mes de enero pueden derrumbarse en cuestión de segundos si sufrimos una lesión.

Las lesiones tienden a convertirse en frustración, enfado y tristeza por no poder mantener el nivel trabajo y esfuerzo al que hemos ido acostumbrando a nuestro cuerpo y mente. A pesar del peso mental que supone una lesión, estas emociones son normales y hemos de intentar dejarlas atrás con estrategias que nos ayuden a seguir adelante con un enfoque positivo.

Habiendo pasado la etapa más dolorosa de la lesión, es de vital importancia que aprendamos lo más posible sobre la causa, el tratamiento y cómo prevenirla en futuras ocasiones. La información verídica y concreta sobre nuestra lesión solo nos la dará un profesional de la salud, ya sea nuestro médico o fisioterapeuta. Así que acudir a consulta con una serie de cuestiones nos resolverá dudas que podrían ocasionar ansiedad y precipitación para recuperarse antes de tiempo si no las preguntamos en voz alta.

La positividad pasa en la rehabilitación de una lesión por dos fases: aceptar la responsabilidad del problema y enfrentarnos a ello con una buena actitud. Al interiorizar que eres la única persona que tiene el poder de decidir qué hacer por y para la lesión durante el proceso de recuperación sentirás que tienes el control sobre ella. La frustración se esfumará y empezarás a recuperarte más rápida y eficientemente. Esto solo funciona si el compromiso a asistir a las citas de terapia de rehabilitación y seguir los consejos de médico y fisioterapeuta son máximas en tu nueva rutina hasta la curación. Algunos especialistas aconsejan imaginarnos la parte del cuerpo por dentro y visualizar cómo se sana, fortalece y suelda para que quede mejor de cómo era anteriormente.

La rutina que seguíamos antes de lesionarnos es un nexo importante que hemos de perpetuar. ¿Cómo? Manteniendo el contacto con el resto de personas que hacen ejercicio contigo, también con amigos y compañeros podrán ser apoyo en momentos de frustración o descontrol anímico. En lugar de ver nuestra lesión como un impasse, tómemosla como un reto a superar. Así podremos comprobar si avanzamos o no, el objetivo será recuperarse.

El descanso activo o más bien el entrenamiento específico de otras partes del cuerpo ayudará a fortalecerlas mientras estamos rehabilitándonos. Un entrenador personal podrá conocer el problema y diversificar los ejercicios.

Con paciencia, ejercicios de respiración, flexibilidad y fortalecimiento de otras debilidades podremos conseguir una recuperación más cómoda que no nos frustre con metas imposibles.

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